jueves, 6 de octubre de 2011

Échale la culpa a la memoria celular


    Hoy no quiero ir a trabajar. Está mal pero no siento "la culpa". En mi familia las mujeres somos fuertes, creativas, pro-activas, responsables, bla, bla, bla. Hoy no voy a trabajar.
   La Pipi me prestó hace un tiempo un librito, que según ella, explica varios mambos que me unen a la psiquiatría, pero claro,del lado del paciente. El librito se llama "Memoria celular". A saber: " La información guardada en la memoria celular nos condiciona de tal manera, que nos predispone a percibir y comportarnos de una cierta, determinada manera. Dentro de la memoria celular, están almacenados todas las improntas conscientes e inconscientes de comportamientos improductivos, que no nos permiten sentirnos felices, saludables, alcanzar nuestros objetivos despertando a nuestro potencial. De esta manera, nuestros cuerpos han sido diseñados para auto curarse. Esta info-energía incluye la información física, mental, emocional y espiritual que proviene de toda la experiencia de vida, herencia genética y generaciones pasadas".

   Recuerdo a mi abuela Sarita. Ella no era la tipica abuelita. No tejía, cocinaba mal y siempre estaba quemándose. Me prendo un pucho y me acuerdo que el primero se lo robé a ella a mis 6 años en una siesta en Lincoln. Un desastre. Borré las pruebas del delito y cagando me fuí a ver dibujitos. Cuando me quedaba a domir de los abus les decían:- no le pongan miel al chupete. Apenas llegaba la hora de las brujas untaban mi chupete con miel y el abu me cantaba “tiburón se llamaba el padre. Tiburona la mujer. Y tuvieron un hijo, le pusieron…”esto se repetía miles de veces y hoy treinta y pico de años después no se cómo le pusieron. El abu era
psicólogo y amaba cantar tango. Antes de estudiar psicología sufrió adicción a las anfetaminas. Las tomaba para la depresión. Estuvo internado en un neuropsiquiátrico y hasta recibió electroshock. Según él, haber estado loco le hacía comprender mejor a sus pacientes. Por el lado paterno el abuelo peronista hasta la médula. Delegado sindical gráfico y con un caracter efusivo. Mi abuela Coca ama de casa y con una onda fantástica hacía siempre lo que se le cantaba. Así fué que usaba polleras bastante cortas para su edad y la época. El barrio criticaba a mi abuela. Ella decía:- Noflo a la Coca la critican por des-CoCa-daaa ¡ jajajaja!

Varios años después que falleció soñé con ella. Estaba en su velorio llorando desconsoladamente. Me acerco al cajón para besarla y noto que estaba vestida con un baby doll de seda fucsia. Se levanta y me dice imperativa:- ¡Noflo qué hacés! no llores más. Tenés que avanzar ¡Vamos nena seguí apostando y a disfrutar la vida carajo!
Una grosa. Así que tengo terapia. Tengo fallas. No soy una entendida en revelaciones así que ahora también tengo un baby doll de seda fucsia. Ha visto? Nunca se sabe.

 Ahí está.
                                             


7 comentarios:

La Franzetti (feminista frescura todos los días) dijo...

Muy bien! Todo se resuelve con un Baby doll Fucxia!!! Así vamos a recuperar la superficie que nos ha sacado tantos años de feminismo descontrolado.
(ah! y no es sarcasmo, es que me cansé de limpiar, destapar cañerías, trabajar y no tener un pelo ni de tonta, ni del otro. ¡Basta!)
We can do it!

direcciónhada dijo...

en la superficie
de la vulgaridad
pensaba que se trataría de una treta para huir de compromisos indeseados
"echale la culpa a la memoria del celular"

y me comí toda la historia familiar
hasta el baby doll se me metió en la raya.

viva la bombacha que no dice nada
que diga el cuerpo

No Florece dijo...

Gracias chichis!!!!

Sol naciente dijo...

Seria bueno que a la memoria celular le agarre una amnesia celular.como se busca contagiarse de eso?
tal vez esos buenos recuerdos que uno tiene, sean los que hoy nos hagan seguir funcionando mal.

Reloadeamos nuestra memoria!
Me gustaria que nos hubiesen contado cuentos, en los que el principe era sapo, que le tenia miedo a las cucarachas, que andaba a pata y no a caballo, que nuestros sueños puedan ser mas reales, y asi poder sorprendernos para bien, y no desilusinarnos buscando la fantasia que nos crearon.
Recalculando.

Marcela Ignao dijo...

realmente,escribis como el orto.

No Florece dijo...

oh sí! soy un pelotazo. Gracias por entrar.

Alex Dale dijo...

Marcela Ignao escribe peor! esa coma después de la primera palabra está más desubicada que teta en la espalda.